Roberto de la Rosa es el último guerrero de Salaverna, un pueblo derrumbado por una minera propiedad de quien fuera el hombre más rico del mundo.
"Yo digo que se defiende el pueblo a medida que uno lo quiera", afirma don Roberto. "La misma defensa de nuestro pueblo nos da valor para enfrentarnos a quien sea", agrega el campesino de 66 años de edad, mientras relata los estragos ocasionados por la Minera Frisco Tayahua, propiedad del magnate mexicano Carlos Slim, considerado en 2014 como el hombre más rico del mundo por la revista Forbes y quien hoy ocupa la séptima posición entre los más acaudalados del planeta.
La historia que relata don Roberto, es la historia de un pueblo que lucha contra la extinción, provocada por la voracidad de las grandes empresas mineras que operan en México desde hace décadas con apoyo del gobierno. Una historia que se repite con insistencia desde la instauración del modelo económico neoliberal a finales de la década de 1980, mismo que fomentó el despojo de comunidades enteras para beneficio de unos cuantos.
Una explosión cambió el destino del Salaverna. Ocurrió el 6 de diciembre de 2012, alrededor de las 7:15 de la mañana. Una detonación con explosivos al interior de la minera Frisco Tayahua provocó un cráter en uno de los cerros donde se asienta el pueblo, ubicado en el municipio de Mazapil, Zacatecas. Una localidad donde el 60% de la población vive en situación de pobreza, a pesar de estar cercados por proyectos mineros que, según el discurso oficial, habrían de generar una derrama económica suficiente para mejorar las condiciones de vida de los lugareños.
Roberto asegura que la explosión fue provocada de manera deliberada para que la gente abandonara sus casas y la empresa Frisco pudiera iniciar un proyecto de minería a cielo abierto y extraer grandes cantidades de oro, plata, cobre y zinc. Por ello, advierte Roberto, el hundimiento del terreno estuvo precedido por varios intentos de desalojar a la gente de sus casas para reubicarlas en otro lugar, con apoyo del gobierno. Para el campesino –quien vive de sembrar maíz, frijol y posee algunos chivos en un terreno cerca de su casa– aquella explosión no fue producto de la casualidad, sino un acto premeditado.
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La historia que relata don Roberto, es la historia de un pueblo que lucha contra la extinción, provocada por la voracidad de las grandes empresas mineras que operan en México desde hace décadas con apoyo del gobierno. Una historia que se repite con insistencia desde la instauración del modelo económico neoliberal a finales de la década de 1980, mismo que fomentó el despojo de comunidades enteras para beneficio de unos cuantos.
Una explosión cambió el destino del Salaverna. Ocurrió el 6 de diciembre de 2012, alrededor de las 7:15 de la mañana. Una detonación con explosivos al interior de la minera Frisco Tayahua provocó un cráter en uno de los cerros donde se asienta el pueblo, ubicado en el municipio de Mazapil, Zacatecas. Una localidad donde el 60% de la población vive en situación de pobreza, a pesar de estar cercados por proyectos mineros que, según el discurso oficial, habrían de generar una derrama económica suficiente para mejorar las condiciones de vida de los lugareños.
Roberto asegura que la explosión fue provocada de manera deliberada para que la gente abandonara sus casas y la empresa Frisco pudiera iniciar un proyecto de minería a cielo abierto y extraer grandes cantidades de oro, plata, cobre y zinc. Por ello, advierte Roberto, el hundimiento del terreno estuvo precedido por varios intentos de desalojar a la gente de sus casas para reubicarlas en otro lugar, con apoyo del gobierno. Para el campesino –quien vive de sembrar maíz, frijol y posee algunos chivos en un terreno cerca de su casa– aquella explosión no fue producto de la casualidad, sino un acto premeditado.
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