Programa #1 (temporada 3)
Emisión, domingo 25 de septiembre de 2016.
Roberto Montero González (1965), Montero Glez en los circuitos literarios y Roberto para los amigos, nació, se crió y creció en Madrid pero desde hace más de 20 años pertenece al Sur. Un Sur al que huyó "por no convertirse en un egoista" en la gran ciudad y que deja a regañadientes – "¡me habéis hecho salir de la cama a las 9 de la madrugada!", recrimina mitad en broma y mitad en serio antes de comenzar la entrevista - para grabar Otra Vuelta de Tuerka con Pablo Iglesias.
Admirado por Arturo-Pérez Reverte – aunque "perdió mi amistad y mi respeto por plagiador", comenta Glez en OVT - y amigado con Sánchez Dragó, Montero Glez es quizás uno de los escritores más corrosivos del momento. Alejado del mundo editorial, sin padrinos, y libertario hasta la médula, se ha abierto paso en certámenes y estanterías con las manos desnudas y por mérito propio: una narración inspirada en los últimos días de Camarón (Pistola y Cuchillo, 2010), una reconstrucción del atentado del anarquista Mateo Morral contra Alfonso XIII (Pólvora negra, 2008) o un relato sobre la estancia de Chet Baker en Madrid (Polvo en los labios, 2012), son algunas de sus publicaciones. Con un estilo propio que autodenomina "folclore cósmico", Montero mezcla deseo y realidad para construir sus fábulas, pues como el mismo señala durante la entrevista "uno se dedica a contar mentiras para revelar verdades".
En la senda de Valle Inclán y de Perez Galdós, Montero Glez utiliza los libros como soporte para contar historias con el lenguaje de la calle. Menda, buco, calorro, colorao, julái, peluco, papela, talego, pilingui... así habla 'Talco y Bronce', la última novela de Montero que narra el caso de 'El Nani', el primer desaparecido (no político) de la democracia. La calle que late en su novela, entre canciones de Las Grecas y Los Chorbos y posters de Navajeros, es la calle de los años 80. No la oficial, no la de la Movida, sino aquella que, como señala Glez a Iglesias, "mandaba un mensaje" y mantenía "una relación orgánica con la calle". "Luego esa relación se volvió mecánica y llegó el extrañamiento y la alienación. Y ahí entró la droga", añade el autor.
¿Pero por qué es necesaria una novela sobre El Nani hoy? Montero Glez lo explica durante la entrevista: "Lo que me lleva a contar la historia del Nani es que de repente la gente sale a a la calle". "Mi generación no luchó, pero vosotros salís a la calle a buscar de qué preguntas es respuesta esta puta mierda. La historia del Nani es mi aportación para que los chavales sepan que de ese pasar página viene esto". "¡Qué alegría me habéis dado, joder! ¡Ya no estoy solo!", concluye el entrevistado.
Emisión, domingo 25 de septiembre de 2016.
Roberto Montero González (1965), Montero Glez en los circuitos literarios y Roberto para los amigos, nació, se crió y creció en Madrid pero desde hace más de 20 años pertenece al Sur. Un Sur al que huyó "por no convertirse en un egoista" en la gran ciudad y que deja a regañadientes – "¡me habéis hecho salir de la cama a las 9 de la madrugada!", recrimina mitad en broma y mitad en serio antes de comenzar la entrevista - para grabar Otra Vuelta de Tuerka con Pablo Iglesias.
Admirado por Arturo-Pérez Reverte – aunque "perdió mi amistad y mi respeto por plagiador", comenta Glez en OVT - y amigado con Sánchez Dragó, Montero Glez es quizás uno de los escritores más corrosivos del momento. Alejado del mundo editorial, sin padrinos, y libertario hasta la médula, se ha abierto paso en certámenes y estanterías con las manos desnudas y por mérito propio: una narración inspirada en los últimos días de Camarón (Pistola y Cuchillo, 2010), una reconstrucción del atentado del anarquista Mateo Morral contra Alfonso XIII (Pólvora negra, 2008) o un relato sobre la estancia de Chet Baker en Madrid (Polvo en los labios, 2012), son algunas de sus publicaciones. Con un estilo propio que autodenomina "folclore cósmico", Montero mezcla deseo y realidad para construir sus fábulas, pues como el mismo señala durante la entrevista "uno se dedica a contar mentiras para revelar verdades".
En la senda de Valle Inclán y de Perez Galdós, Montero Glez utiliza los libros como soporte para contar historias con el lenguaje de la calle. Menda, buco, calorro, colorao, julái, peluco, papela, talego, pilingui... así habla 'Talco y Bronce', la última novela de Montero que narra el caso de 'El Nani', el primer desaparecido (no político) de la democracia. La calle que late en su novela, entre canciones de Las Grecas y Los Chorbos y posters de Navajeros, es la calle de los años 80. No la oficial, no la de la Movida, sino aquella que, como señala Glez a Iglesias, "mandaba un mensaje" y mantenía "una relación orgánica con la calle". "Luego esa relación se volvió mecánica y llegó el extrañamiento y la alienación. Y ahí entró la droga", añade el autor.
¿Pero por qué es necesaria una novela sobre El Nani hoy? Montero Glez lo explica durante la entrevista: "Lo que me lleva a contar la historia del Nani es que de repente la gente sale a a la calle". "Mi generación no luchó, pero vosotros salís a la calle a buscar de qué preguntas es respuesta esta puta mierda. La historia del Nani es mi aportación para que los chavales sepan que de ese pasar página viene esto". "¡Qué alegría me habéis dado, joder! ¡Ya no estoy solo!", concluye el entrevistado.
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