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Otra Vuelta de Tuerka - Pablo Iglesias con Carlos Fernández Liria

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Programa #15 - Emisión, miércoles, 6 de abril de 2016.
Carlos Fernández Liria (Zaragoza, 1959), estudió filosofía contra todas las expectativas. Proveniente de una familia de médicos, se esperaba de él que también se convirtiese en doctor pero "por una vuelta de tuerka edípica acabé siendo profesor como mi padre", señala el filósofo.
En los duros años 80 fue guionista, junto a Santiago Alba Rico, de la mítica Bola de Cristal. En este programa marxista para niños convergieron dos almas: la izquierda y "todo ese espectáculo pijo descerebrado" al que se llamó la movida. La Bola fue así uno de los pocos espacios en los que hubo una cierta fusión entre la izquierda crítica y la postmodernidad de la movida. Aunque, según reconoce el guionista y filósofo, "la movida era en realidad repulsiva, no hay más que ver dónde ha acabado Alaska".
En los años 90 se trasladó a Chiapas para realizar un estudio antropológico sobre las conversiones en masa al evangelismo de las comunidades indígenas. Conversiones que más adelante se demostrarían como parte del procedimiento que utilizó la CIA para contrarestar a la teología de la liberación. Y es que, como señala Liria, "el EZLN se gestó en la red de catecistas del Samuel Ruíz".
De esa experiencia surgió su interés por estudiar la dificultad histórica de la izquierda para relacionarse con la religión. "Despreciar la mayor organización de masas que ha existido jamás - la Iglesia Católica – ha sido uno de los mayores errores de la izquierda", apunta el filósofo y antropólogo. "Sobretodo porque te está poniendo en bandeja una teología de la liberación que tiene un programa político y social prácticamente idéntico al tuyo", añade.
Pero la que es la gran aportación de C.F. Liria fue reconocer a Marx en el proyecto político de la Ilustración: "Marx luchó por la centralidad del tablero". Y es que, tal y como defiende el filósofo, mientras que la tradición marxista regaló al enemigo a Kant, a Rousseau, a Montesquieu a Voltaire, y a todos los pensadores de la Ilustración al fin y al cabo, se quedaba con Mao, Stalin y Toni Negri en última instacia. "Fue un negocio ruinoso", destaca el filósofo.
En su último libro, En defensa del populismo, reivindica el populismo republicano o la ilustración populista como la única apuesta posible que tenemos en la coyuntura política actual. Lo resume en las consignas "republicanizar el populismo" y "más Kant y menos Laclau". Republicanizar el populismo para recuperar unas instituciones democráticas que el capitalismo "ha corrompido y convertido en una estafa" y "más Kant y menos Laclau" porque no se gana la partida política con ambigüedades; "es el momento de decir las cosas muy claras no de jugar a ese laclaunismo vacío".
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